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ISHTAR Y TAMMUZ

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Un buen día, Inanna decidió visitar el Infierno. No se sabe por qué. El narrador del poema pone en boca del personaje un motivo: para visitar a su hermana mayor Ereshkigal a raíz de la muerte del marido de esta, Gugalanna, para asistir a los funerales. Pero eso es lo que dice ella: el hecho de que esta circunstancia no haya aparecido antes en la narración ni aparezca tampoco después da a entender al lector que se trata de una excusa inventada por Ishtar, no el verdadero motivo de su viaje. La excusa solo la pone ella cuando le preguntan, nadie más dice nada al respecto en el poema.

Como sabe que la excursión supondrá su muerte, antes de partir toma sus precauciones: advierte a su asistente, Ninsubur, para que pida ayuda a los demás dioses, en especial a Enki, y se viste con sus Siete Poderes: el Turbante de la Corona de la Estepa en la cabeza, los Rizos de las Sienes en el pelo, el Módulo (cetro) de lapislázuli en la mano, el Collar de lapislázuli colgando del cuello, las Perlas engarzadas en la garganta, los Brazaletes de oro en las muñecas y el top “¡Ven, hombre, ven!” en el pecho.

Quizá convenga recordar aquí que, en otro de sus viajes, Ishtar visitó a Ea y este, borracho, le otorgó unos 105 poderes, entre los que figuraban - junto a la Lealtad, el Saqueo de ciudades, la Seguridad de la vivienda, la Escritura o la Obligación de trabajar – los de Viajar al Infierno y Regresar del Infierno.

Inanna, para llegar ante Ereshkigal, tiene que franquear las siete puetas del Infierno. En cada una, de acuerdo con “los ritos del mundo inferior” – según le dicen -, debe despojarse de una prenda de las que constituyen sus Siete Poderes. Protesta, pero en vano. Se quita el turbante, los rizos, el cetro, el collar, las perlas, los brazaletes y el top y llega ante su hermana completamente desnuda. Y su hermana dicta la condena a muerte.

En una versión acadia posterior, la diosa, que ahora se llama Ishtar, solo queda confinada en el Infierno. Como consecuencia de su cautividad, tanto el ganado como los humanos dejan de mantener relaciones sexuales, con lo que se pierde la procreación y, con ello, la riqueza y el alimento.

 Volviendo a la versión sumeria, Inanna pasa tres días colgada de un clavo (tres días desnuda y colgando de clavos, como Jesucristo) y, después de los tres días, Ninsubur acude a los dioses en busca de ayuda. Tanto Enlil como Nanna desdeñaron la petición, pues estimaban que ella se lo había buscado; pero Enki sí quiso ayudarla. Creó, de tierra que extrajo de debajo de sus uñas, dos seres, que no es seguro si eran travestidos o hermafroditas: un kurgara y un kalantur. Al kurgara le da el alimento de la vida y al kalantur, la bebida de la vida. Les ordena que se trasladen al mundo inferior y que, como moscas, revoloteen y entren a través de sus puertas.  Así lo hacen y allí encuentran a Ereshkigal desnuda y enferma, quejándose de sus males. El kurgara y el kalentur dicen compadecerse de ella, aseguran que les duelen sus dolores como propios, por lo que ella les promete una recompensa. Siguiendo las instrucciones de Ea (el mismo que aconsejó mal a Adapa cuando este subió al Cielo), rechazaron el agua del río y el grano de los campos.

-- ¡Ofrécenos, mejor, – dijeron - el cadáver que está colgado de un clavo!

Cuando lo obtuvieron, el kurgara derramó sobre él el alimento de la vida y el kalantur, la bebida. Inanna resucitó.

En la versión acadia, Ea no crea dos seres para llevar a cabo la tarea, uno con el alimento y otro con la bebida de la vida, sino a uno solo y declaradamente homosexual – quizá también travestido – para que, solo con su presencia, alegre a Ereshkigal.

Sin embargo, cuando ya volvía al mundo de los dioses, los guardianes la detuvieron. Explicaron que nadie podía salir del inframundo si no dejaba a cambio un sustituto. Así que la acompañaron a buscarlo. Encontraron a varios que les satisfacían – la propia Ninsubur; Sara, la trovadora, manicura y peluquera; el capitán Lulal -, pero Inanna se negó a entregarlos. Hasta que encontraron a Dumuzi, el pastor. Mientras los anteriores candidatos se habían mostrado consternados por la situación y se habían “arrojado ante ella con una vestimenta miserable”, a Dumuzi lo vieron tan cómodo y despreocupado como si no fuese el amante de Inanna, como si no hubiera pasado nada Ella aceptó que ese, su esposo, fuese su sustituto en el Infierno. En la versión acadia, es la misma Ereshkigal quien escoge a Tammuz (Dumuzi) como sustituto de Ishtar e incluso a su hermana Belili (Geshtinanna) para cubrirle los turnos.

Pero no todo era crueldad en Inanna. Como Dumuzi lloraba, aceptó que su hermana Geshtinanna se turnara con él en el Infierno durante la mitad de cada año, en correspondencia con los ciclos naturales de primavera/verano y otoño/invierno. En Mesopotamia los meses infértiles eran los de calor: Dumuzi moría en primavera y resucitaba en otoño.

En la mitología griega, Tammuz/Dummuzi pasó a llamarse Adonis, porque sus adoradores semitas, para no decir su nombre, le llamaban Adonai, el señor. El dios que muere y resucita cada año tenía por amante a Afrodita, y la señora del Hades era Perséfone – supongamos que después de haberse adaptado a su nueva situación -. Smyrna, o Mirra, era hija de Theisas, rey de Asiria. Como no la rendía el culto suficiente, Afrodita la castigó haciéndola enamorarse de su padre. Mirra lo sedujo

              y se acostó con él doce noches seguidas. Pero al final Theisas se dio cuenta de lo que había pasado y persiguió a su hija con un cuchillo, dispuesto a matarla. Ella pidió ayuda a los dioses y consiguió que, para ocultarse, la convirtieran en árbol, un árbol de mirra. A los nueve meses Adonis nació de ese árbol. Afrodita, la culpable de todo, lo encontró tan guapo que, para que los dioses no lo vieran, se lo entregó a Perséfone metido en un cofre con el ruego de que se lo guardara, pero esta abrió el cofre y quedó maravillada ante la belleza del niño, hasta el punto de que se negó a devolverlo. Aunque Afrodita bajó al Infierno a rescatarlo, no pudo. Tuvo que ser Zeus quien mediara en el conflicto: Adonis pasaría parte del año con Perséfone y parte con Afrodita.

Otro buen día, Inanna decidió descender – esta vez con motivo: para separar a los mezquinos y los justos, /Sondear los espíritus dentro del país, /separar lo verdadero de lo falso - no tan lejos como hasta el Infierno, sino solo hasta la Tierra. Para darle

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facilidades, porque esperaba un informe de su visita, Ea (que es Enki en sumerio) ordenó al Cuervo que sembrara la primera palmera del mundo, cosa que el Cuervo hizo plantando khol y otros afeites.Así se hizo el primer jardín. Solo tenía una palmerita, pero la idea parece ser la misma que la del Jardín del Edén. En un momento del relato el Cuervo desaparece y el jardinero pasa a ser un hombre llamado Shukaletuda. Inanna se había vestido con sus poderes; en esta ocasión no distribuidos en siete prendas distintas, sino agrupados todos en una braga. Una vez llegada al jardín, mientras dormía, Shukaletuda le quitó la braga y la violó. Al despertar y darse cuenta de lo que había pasado, Inanna reclamó a los dioses la comparecencia del responsable. No aparecía. Entonces, como medida de presión, mandó plagas a la tierra: primero, convirtió en sangre toda el agua dulce; dado que el culpable seguía sin mostrarse, envió una tempestad; por último, confundió los caminos. Recordemos que de las diez plagas que mandó Yahveh a Egipto para liberar a los hebreos, la primera también consistía en convertir en sangre el agua del Nilo.

Frente a cada acción de Inanna, Shukaletuda respondía refugiándose ante Ea, quien al fin le aconsejó que se perdiera entre la muchedumbre de la ciudad, donde, entre tantos iguales, Inanna no podría encontrarlo. Como, en efecto, Inanna no lo encontraba, se dio cuenta de que solo podría hallarlo acudiendo ella misma a Ea. Lo visita y él le entrega a Shukaletuda. Inanna lo golpea y el violador se vuelve muy pequeño. Faltan versos a partir de aquí.

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Este segundo – que no tiene por qué ser posterior – mito del descenso a la Tierra contiene un motivo que no vemos en el sumerio del descenso al Infierno: la diosa toma represalias contra la Tierra entera con el fin de forzar al mundo o a quien sea a entregarle a quien busca, igual que Deméter cuando echa en falta a Perséfone en el mito griego o igual que sucede, sin que él se lo proponga, cuando desaparece Telipinu en el mito hitita. Inanna/Ishtar sabotea la vida hasta encontrar y poder castigar a su agresor en un mundo inferior al suyo; Deméter, hasta encontrar a su hija – y al raptor de su hija – en el Inframundo. Pero cuando Inanna viaja al Infierno no sucede esto.

También es verdad que, según cierta interpretación, la Epopeya de Gilgamesh ofrece otra visión de los hechos.  Cuando Ishtar pretende a Gilgamesh, él la rechaza porque sabe cómo ha tratado a sus anteriores amantes y teme que, de aceptar su proposición, él mismo acabe de un modo parecido. Ya sabemos qué le pasó a Tammuz/Dumuzi; luego Ishtar amó al rabilargo, al león y al caballo: al primero le cortó las alas, al segundo lo cazó repetidamente y al tercero lo obligó a trabajar. También amó al pastor y terminó convirtiéndole en lobo, para que sus propios sirvientes lo persiguieran. El último de la lista es el “jardinero de su padre, que no paraba de ofrecerle cestos de dátiles”, a quien golpeó y convirtió en sapo.

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