Familias de mitos
IXQUIC
En Centroamérica, según nos cuenta el Popol Vuh, la joven Ixquic hizo algo muy parecido a lo que hizo Inanna-Ishtar desde Babilonia: bajó al Inframundo por curiosidad, casi diríamos que por puro aburrimiento. Oyó que un famoso palo seco había fructificado y decidió conocerlo, pensando que sus frutos podrían ser sabrosos. El árbol había fructificado cuando Hun Camé y Vucub Camé, señores de Xibalbá – el Mundo de los Muertos – ordenaron que la cabeza del decapitado Hun Hunahpú fuera puesta “en aquel árbol que está en mitad del camino”. Así se llenó de frutos el palo seco. Los frutos no eran la cabeza de Hun Hunahpú, pero su cara se veía a través de los frutos y las ramas. La cabeza de Hun Hunahpú era un fruto igual a los demás. Como esta evolución del árbol no era la esperada por los señores de Xibalbá ni tampoco una evolución deseable para ellos, prohibieron que nadie se acercara a coger de la fruta ni que nadie se acercara al árbol. Ixquic, sin embargo, decidió acercarse.
Hun Hunahpú y su hermano Vucub Hunahpú habían cometido el delito de jugar a la pelota de manera que molestaban con el ruido a los vecinos de abajo, los dioses del Inframundo. A estos les pareció además una falta de respeto, así que les hicieron presentarse ante ellos y, después de obligarles a superar diversas pruebas y de someterles a varias bromas groseras, los ejecutaron. Y se quedaron con sus instrumentos de juego para usarlos ellos.
El Popol Vuh lo redactó en el sigo XVII el fraile español Francisco Ximenez, lo que siempre le ha hecho sospechoso de ser una interpretación católica de mitos oídos a los nativos mayas. Sin embargo, lo curioso es que recuerda más al Enuma Elish babilónico que al Génesis israelita. La razón por la que los dioses mesopotámicos decretaron la eliminación de la humanidad, empezando por plagas y culminando en el diluvio universal, no fue el comportamiento moral de los humanos ni que “los hijos de Dios conocieran a las hijas de los hombres”, sino, simplemente, el ruido que hacían, como en el Popol Vuh los dioses convocan a Hun Hunahpú y a Vucub Hunahpú molestos por tener que oír sus juegos de pelota.
Con las raíces del árbol Huluppu que derribó Gilgamesh, Inanna formó un pukku para Gilgamesh (o lo hizo el propio Gilgamesh).
“Con los restos del árbol se hizo Bilgames dos objetos: un GIS-ELLAG – con la madera de la raíz – y – con la de las ramas – un GIS.E.KID.MA; artefactos de significado misterioso y cuya utilidad concreta se nos escapa: se trata quizá de un mazo o ‘palo’ (el GIS.E.KID.MA) destinado a golpear una especie de bola o ‘pelota’ (el GIS-ELLAG) en el curso de un juego similar al golf, con la particularidad de que el jugador cabalgaba sobre uno o varios porteadores.”
El caso es que en el deporte de Gilgamesh – en realidad más parecido al polo que al golf – tenían que participar, a su pesar, huérfanos que llevaban a cuestas a los jugadores y mujeres que les abastecían de aguan y comida. Y la gente se cansó. Los instrumentos ‘se cayeron’ al Inframundo. Pareció un accidente. Gilgamesh lloró por ellos a las puertas del Infierno, pero no pasó de ahí. Fue su amigo Enkidu quien descendió a rescatarlos.
Hun Hunahpú también era muy aficionado al juego de pelota, que practicaba con su hermano Vucub Hunahpú. Hasta que Hun Came y Vucub Came les desafiaron a jugar a la pelota con ellos y luego ya sabemos lo que pasó.
“Los de Xibalbá se echaron a reír de nuevo, se morían de risa, se criaba la culebra de la risa en sus corazones, en sus sangres, en sus huesos, reían todos los señores de Xibalbá.”
Cuando Ixquic llegó al árbol que había dado fruto inmediatamente después de que pusieran en él la cabeza de Hun Hunahpú, le habló “el hueso que estaba entre las ramas del árbol” para preguntarle si de verdad quería los frutos, que no eran otra cosa que calaveras. Ixquic insistió. Entonces la calavera le pidió que extendiera las manos abiertas y, cuando la muchacha lo hizo, escupió sobre las palmas. Ese acto la dejó embarazada de gemelos: Hunahpú e Ixbalanqué. Pasaron los meses y el padre se dio cuenta de que su hija soltera estaba preñada. Después de consultar con Hun Came y Vucub Hame, decidió que había que matarla, y se lo encargó a los Ahpop Achih, que eran cuatro búhos:
- Traedme su corazón en una copa y volved hoy mismo ante los señores.
(Aquí hay que regresar por un instante a Mesopotamia para recordar cómo cuando Inanna-Ishtar consiguió salir del Infierno, fue escoltada por demonios que tenían por misión llevarse consigo algún sustituto para cubrir su ausencia, y encontraron a Dumuzi. Bueno, y también podemos acordarnos de Blancanieves.)
Ixquic convenció enseguida a los búhos de que su estado no era producto de ninguna relación sexual clandestina, sino de la acción del árbol mágico. Pero ellos, fuera como fuera, estaban obligados a entregar el corazón en una copa. Para solucionar el problema, el árbol derramó sangre que rápidamente se coaguló y tomó la forma de un verdadero corazón. Los búhos lo entregaron a los señores de Xibalbá en la copa que habían dispuesto al efecto. Y a continuación, tal y como les había prometido Ixquic, abandonaron con ella el Mundo de los muertos.
Este relato no incluye serpiente, pero, a cambio, deja más claro que ningún otro el carácter de acceso a otro mundo del árbol, de comunicación entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos que tiene el árbol y tiene su fruto.